Gondar, a menudo llamada el «Camelot de África», alberga Fasil Ghebbi, una ciudad fortaleza real que exhibe con orgullo el pasado imperial de Etiopía. Ubicada en las tierras altas del norte de Etiopía, Gondar fue la capital del Imperio etíope en los siglos XVII y XVIII bajo el emperador Fasilides y sus sucesores. Fue durante esta época dorada que se construyeron los magníficos castillos, palacios e iglesias de piedra que conforman el Castillo de Gondar, combinando los estilos arquitectónicos etíope, portugués, indio y morisco en una creación absolutamente única.
Castillo de Gondar: el legado real de Etiopía en piedra
En el corazón de Fasil Ghebbi se alza el castillo principal del emperador Fasilides, con sus gruesos muros de basalto, torres abovedadas y parapetos almenados. Esta estructura, construida en 1636, fue más que una simple residencia: fue una declaración de poder, sofisticación y la posición de Etiopía en el escenario mundial. A su alrededor se encuentran los restos de otros grandes edificios, como el Palacio del Rey Iyasu, un antiguo complejo suntuoso, famoso por su suntuosa decoración interior, y el Salón Dawit, conocido por sus salones de banquetes y su elegante diseño.


Pero el Castillo de Gondar es más que una piedra antigua. Es un lugar vivo de memoria y ceremonia. Cada año, miles de etíopes se reúnen en los cercanos Baños Fasilides durante el Timket (Epifanía), un festival vibrante y profundamente espiritual donde los baños se llenan de agua bendita y los creyentes participan en procesiones, oraciones e inmersiones rituales.


Hoy en día, todo el recinto real es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, meticulosamente conservado y abierto a visitantes de todo el mundo. Pasear por sus arcos, subir a sus torres y contemplar sus patios transmite una sensación de majestuosidad que pocos lugares del mundo pueden igualar.

Capturado con una claridad cinematográfica impecable por Visit Ethiopia 4K, el Castillo de Gondar cobra vida una vez más: cada piedra intrincada, cada vela parpadeante en una antigua capilla y cada llamado resonante a la oración pintan un poderoso retrato de la herencia real de Etiopía.